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JESÚS Y LOS NIÑOS

  • miércoles, 5 de enero de 2011
  • El ABCDE los niños
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  • Verónica Reátegui Vesquén

    Obtenga una mirada más profunda del texto de Mateo 21.14-16, para entender el mensaje de recibir el reino de Dios como un niño. El Señor pone a los niños como ejemplo, porque “ser como ellos” es reconocer a Jesús como el Maestro, amigo y, sobre todo, como el Salvador.

    “Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí, ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?” Mateo 21.14-16

    A partir del versículo 14 se menciona la presencia de enfermos que le eran traídos a Jesús para ser sanados. Este versículo se interpone entre dos momentos: la indignación de Jesús ante los negociantes (versículos anteriores), y la indignación de los principales sacerdotes y los escribas por las alabanzas de los niños. Jesús demuestra su celo por la casa de su Padre. El Templo no es para ser usado como “cueva de ladrones”, porque los comerciantes negociaban con las palomas y el dinero que eran para las ofrendas. Ellos ponían precios altos y, para las personas pobres o enfermas les era difícil conseguir lo que necesitaban para presentar sus ofrendas. Por tal motivo, Jesús, al atender a los enfermos y darles sanidad, les enseñó que el verdadero propósito del Templo, era practicar el amor, el servicio y la misericordia hacia los demás, de manera gratuita, por la gracia de Dios.

    Vers. 15: “Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos (niños) aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David ! se indignaron,...”

    El evangelio de Mateo es el único que narra la participación de los niños dentro del suceso en el templo. El texto dice: “...viendo las maravillas que hacía”, se refiere a: ciegos que ningún médico los había podido sanar, podían ver; cojos con dificultad para andar o paralíticos, caminaban y corrían. Esto provocó en los niños (traducción más acertada que muchachos), aclamar y dar voces en el templo diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David!Hosanna, forma griega de un término hebreo que significa “¡Salva ahora! o ¡Salva, te rogamos!” Era la expresión hebrea (Sal. 118.25) pronunciada por las congregaciones en el templo, durante las Fiestas de la Pascua y la de los Tabernáculos, como respuesta al cántico entonado por uno de los sacerdotes.

    Los niños clamaban a Jesús, como lo habían hecho las multitudes cuando entró a Jerusalén montado sobre un burro. Los principales sacerdotes y los escribas, que siempre buscaban poder, fama y ser los más importantes, se indignaron. Los sacerdotes, porque veían que la gente venía a buscar a Jesús, en vez de recurrir a ellos. Y los escriba, estaban celosos porque las enseñanzas de Jesús tenían más audiencia que sus palabras.

    Lo que más llamó la atención fue la actitud de los niños, quienes no tenían ningún temor de alabar a Jesús dentro del Templo. No era una simple imitación de los adultos, ellos reconocían su poder y su autoridad sobre los espíritus inmundos y las enfermedades, por las maravillas que veían.

    Vers. 16: “Y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí, ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?”

    Hemos visto que la palabra “Hosanna” quiere decir: “Salva ahora o salva te rogamos”, frase que la congregación pronunciaba en respuesta al cántico de un sacerdote. En esta ocasión, todavía no se celebraba ninguna fiesta; tal vez esto fue lo que más les indignó a los sacerdotes, quienes enojados le dijeron a Jesús: “¿Oyes lo que éstos dicen?...”. El término“oútoi” (esos o estos), es una expresión despectiva para referirse a los niños. Jesús, como buen defensor de los pequeños, contesta ¡Sí! y cita el Salmo 8.2, que es un salmo mesiánico.

    “De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo.”  Salmo 8.2

    “¿De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?Mateo 21.16
     
    Surge la pregunta, ¿por qué Jesús al mencionar la segunda parte del texto cambia las palabras? La respuesta es que ambos textos tienen una relación profética. Los Salmos son alabanzas a Dios; además el rey David introdujo muchas profecías. En este caso, se relaciona con el tiempo cuando Cristo reinaría sobre la tierra. Cuando él dice “fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos...”, esto se relaciona con lo que acontecería en el futuro, ya que las alabanzas de los niños en el Templo fue la fortaleza que revelaba el reinado del Mesías quien estaba presente en medio de ellos. Decir ¡Hosanna!, no era responder a un cántico sacerdotal, sino a alguien que hacía maravillas en sus acciones, como dar sanidad a los enfermos. Por eso, Jesús prefiere usar: ...perfeccionaste (o hiciste apropiada) la alabanza?  Al parecer, se asemeja a una pregunta algo irónica, pero era una afirmación de que la profecía se había cumplido en la boca de estos pequeños, por el testimonio que daban al reconocerlo como Salvador. Su respuesta, más la intensidad y fuerza de los niños al alabar a Jesús con el solemne ¡Hosanna!, hizo que los sacerdotes y los escribas prefirieran callar.

                Podemos ver que los niños juegan un papel muy importante en esta historia. Podemos aprender de ellos:

       1. Deseaban estar cerca de Jesús: El hecho de estar en el Templo donde se encontraba Jesús y el deseo de alabarlo, demuestra el aprecio que le tenían y su dependencia de él.
       2. Reconocieron su poder y autoridad al ver las maravilas que Jesús hacía.
       3. No tuvieron temor ni verguenza en alabar a Jesús: En toda esa algarabía sobresalen las voces de los pequeños, porque sentían en su corazón el alabar a Jesús, sin temor a las críticas y ni a la intención de los líderes religiosos de que callaran.
       4. Aceptaron a Jesús como Salvador: ¡Hosanna!, salva ahora o salva te rogamos, es una expresión que muestra que reconocían a Jesús como el Salvador, en medio del contexto de discriminación que padecían.
       5. Proclamaron su nombre: ¡Hosana al Hijo de David!, significaba que ellos deseaban que otros escuchen el mensaje de sus alabanzas.

    “Como tales, ellos son nuestros maestros. En su humildad y necesidad objetiva, ellos claman “madre”, “padre”, “Abba”, y extienden sus manos vacías. Si deseamos aprender cómo recibir el reino y cómo llegar a ser representantes de Dios, debemos aprenderlo de los niños que están en medio nuestro”1

    Este texto nos da más claridad para entender el mensaje de recibir el reino de Dios como un niño, en su sencillez y en su ejemplo de humildad para nosotros. Podemos concluir que, tanto David como Jesús al declarar acerca de los niños las frases: “...fundaste la fortaleza” y “...perfeccionaste la alabanza”, indican que la actitud de los pequeños en el Templo es fortaleza o columna que nos sirve como modelo hasta el día de hoy.

    Jesús pone de ejemplo a los pequeños, los más insignificantes ante los demás. Él se presenta como su protector y defensor, demuestra que ellos ya no son los últimos, sino los primeros a quienes debemos imitar en su sencillez; por tal motivo les da un lugar de honor, como sus representantes.
     
    El Señor muestra a los niños como un ejemplo para nosotros “ser como ellos”, reconocer a Jesús como el Maestro, amigo y, sobre todo, como el Salvador.

    1 WEBER,  Op.Cit,  P. 74

    El cuidado pastoral del niño

  • miércoles, 8 de diciembre de 2010
  • El ABCDE los niños
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  • por Betty S. de Constance

    Capítulo tomado del libro "Más que maestros"

    ©1999 Fundación Alianza
    Ovejas sin pastor

    En una ocasión estaba conversando con una de las directoras de un colegio privado cristiano y ella abordó el tema de las enormes necesidades emocionales manifestadas por los alumnos de su colegio, típico de los niños escolares del fin de siglo. La joven directora me dijo algo que me impactó.

    —Yo veo al niño de hoy como un niño que está sólo —dijo—. Cuando trato de ayudarlo en consejería, me encuentro buscando cosas prácticas que él puede hacer solo para intentar a resolver su problema. Ya sé que no va a recibir mucho apoyo de sus padres o de otro medio.

    Sus palabras me parecían un triste comentario sobre lo que ha llegado a ser una realidad en la vida de los niños de esta época. La fragilidad emocional de muchos matrimonios, viviendo en una sociedad que distorsiona los valores de la familia tradicional, dejan al niño expuesto y muy vulnerable. Muchos niños no tienen con quién hablar de sus cosas. Se encuentran muy solos enfrentando sus problemas cotidianos, además de las crisis traumáticas que a menudo deben enfrentar. Para los que trabajamos con la niñez, esta realidad se agrava cada vez más y nos deja perplejos ante la falta de soluciones para estos niños tan turbados. Lo cierto es que el niño de hoy enfrenta a un mundo que lo llena de tensiones, dudas y temores, y crea un estrés crónico por las posibles pérdidas, separaciones, y traumas que le toca vivir. No podemos negar que el núcleo familiar, que tendría que ser su refugio y fuente de seguridad emocional, se está desintegrando cada vez más.

    Por si esto fuera poco, la sociedad actual sobrecarga al niño con una niñez sumamente acelerada. Le muestra pequeñas niñas modelos vestidas como seductoras. Lo insta a enamorarse y comportarse con el sexo opuesto como si fuera un adolescente o un joven. Lo obliga a asumir, como algo natural, actitudes de violencia contra el prójimo, instigado mediante programas televisivos creados supuestamente para niños, pero que contienen, según las encuestas, un promedio de veinticinco escenas de violencia por hora. Estudios realizados sobre los hábitos de los niños y la televisión comprueban que el niño mira un promedio de cuatro horas diarias de programas televisivos. Tenemos que reconocer, entonces, que este medio de comunicación ejerce una influencia incalculable sobre él.

    Por otro lado, las crecientes restricciones económicas más el alarmante aumento en el desempleo crean tensiones en los adultos que a menudo se descargan sobre los niños. Una de las más tristes manifestaciones de esto es el abuso físico y sexual que sufren los niños y que, según las últimas investigaciones, está en aumento.

    Además de las situaciones sociales que crean crisis en el hogar, el niño experimenta profunda ansiedad en cuanto a su persona. La vergüenza, la baja autoestima y la culpa, entre otras emociones, crean todo tipo de dolor emocional. Todo esto el niño lo vive como niño indefenso, sin saber cómo expresar o exteriorizar lo que está sufriendo. Nosotros, los adultos, tenemos la tendencia, algunos dirían la necesidad, de ignorar esta realidad en la vida de los niños, porque nos recuerda la angustia de nuestra propia niñez. Entrar en el mundo del dolor de un niño nos hace revivir la angustia de nuestro propio pasado y por eso tratamos de protegernos, ignorando que los niños con quienes trabajamos están viviendo esas circunstancias.

    La tarea que enfrenta al maestro, entonces, es sumamente compleja. Un profesional me dijo:

    —Un maestro hoy en día tiene que ser mucho más que un docente. Necesita ser un psiquiatra, un asistente social y terapeuta de familias. Ni hablar de lo que hace falta para tratar de mantener orden en el aula.

    Estas realidades también están reflejadas dentro de la iglesia. Nunca ha sido fácil encontrar a suficientes personas para ser maestros de escuela dominical o para hacerse cargo de otros programas con los niños. Ahora es casi imposible reclutar voluntarios para estos ministerios. Un maestro de escuela dominical resumió acertadamente el problema con estas palabras:

    —Los niños ahora son imposibles de contener. Me levanto los domingos totalmente desganada para ir y enseñar mi clase. Quiero dejar la clase, porque no doy más.

    Estas reacciones confirman mi convicción de que debemos dedicarnos a otro tipo de trabajo con la niñez y la adolescencia de nuestras congregaciones. Ellos necesitan un cuidado pastoral para poder sobrellevar mejor la vida cargada que tienen. Podríamos decir que el énfasis tradicional de las iglesias evangélicas en cuanto al trabajo con los niños ha sido de ganar el mayor número para Cristo. Luego de que hayan tomado esa “decisión de fe”, los insertamos en el programa educacional de la iglesia, en donde reciben una enseñanza más o menos sistemática de la Palabra de Dios. Esa enseñanza consiste, principalmente, de la transmisión de información a través de las historias bíblicas y la memorización de textos. A veces, gracias a Dios, se forma una amistad significativa entre el maestro y alguno de sus alumnos, y a veces el maestro se entera de los problemas que pueden estar enfrentando alguno de sus chicos. Pero, por lo general, los maestros no ven como fundamental este aspecto del ministerio de la enseñanza. Tampoco tienen una capacitación ni herramientas para ayudar al niño que enfrenta problemas en su hogar. En cierto modo, nos podemos engañar al observar la naturaleza misma del niño, la que nos hace pensar que él no tiene necesidades espirituales y emocionales tan profundas ni urgentes como los adultos. Esa percepción la adquirimos porque él no sabe comunicar sus preocupaciones de la forma en como lo hacen las personas grandes. Por eso el adulto prefiere creer que el niño no está viviendo problemas o crisis importantes que pudieran afectar a su desarrollo espiritual.

    En general la persona que trabaja en la enseñanza bíblica y en la formación espiritual de la niñez no es una persona instruida en lo que son los procesos evolutivos de los niños. Por lo tanto, no se entienden elementos fundamentales en cuanto a sus percepciones frente al mundo. Tratamos al niño como si fuera un adulto en miniatura y pasamos por alto la enorme complejidad de sus limitaciones, como también de sus amplias capacidades, especialmente dentro del contexto espiritual. En nuestro trabajo con ellos, generalmente bien intencionado, pero mal orientado, a menudo somos culpables de reflejar la descripción de la tarea pastoral que encontramos en Ezequiel 34.4 “No fortalecen a la oveja débil, no cuidan de la enferma, ni curan a la herida; no van por la descarriada ni buscan a la perdida.” Es que, cuando se trata de un niño, no sabemos pastorearlo adecuadamente.

    El propósito de este libro es ofrecer una solución a ese problema. Más de treinta años de intenso trabajo con niños dentro del contexto de la iglesia evangélica me han convencido de que las personas que trabajan con la niñez en su formación espiritual son clave en la vida de la iglesia. En general, son poco tomados en cuenta y sus esfuerzos casi nunca reciben la inversión económica adecuada, pero su dedicación y sacrificio son admirables. Escribo especialmente pensando en esos maestros consagrados que desean hacer una labor excelente para el Señor. Creo que los recursos incluidos en este libro les darán un apoyo práctico a la enorme tarea de pastorear al niño. Estos recursos están pensados para ser utilizados de muchas formas, pero lo ideal sería que complementen la enseñanza bíblica ofrecida en la serie Vivir la biblia. Muchas de las láminas y actividades aparecieron primero en estos materiales de enseñanza. Ninguno de los recursos salen de un contexto profesional psiquiátrico o psicológico, aunque soy docente especializada en la educación del niño. Son el producto de una larga inquietud y de un corazón comprometido con la niñez de este continente, y con la convicción de que sin un cuidado pastoral adecuado, nuestros niños no llegarán a conocer en espíritu y en verdad al Buen Pastor que dio su vida por ellos. Este libro representa, entonces, un intento personal de cumplir con el mandato que llegó al apóstol Pedro un día cuando el Señor le dijo: “¿Pedro, me amas? Apacienta mis corderos”.

    Escriba a recurso@publicaciones.net

    ¿Saben cuando comienza la "Escuela Dominical" como se la conoce hoy?

  • jueves, 25 de noviembre de 2010
  • El ABCDE los niños
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  • Jessica Ibarbalz y Karen Gustafson
    Son las autoras de varios de los materiales VIVIR LA BIBLIA.


    ¿Saben cuando comienza la "Escuela Dominical" como se la conoce hoy?


    Quizás muchas veces te preguntaste cómo surgió la escuela dominical.

    En este artículo te contamos un poco de su historia.


    La Escuela Dominical, tal como se la conoce hoy, tiene su origen en el año 1781. Fue el señor Roberto Raikes quién organizó la primera escuela en Glócester, Inglaterra. El señor Raikes era editor de un diario, un ciudadano distinguido y un hombre temeroso de Dios.


    Los ciudadanos de Glócester habían notado el mal comportamiento de los niños pertenecientes a los barrios más pobres de la ciudad. Entonces, le pidieron al señor Raikes que, por medio de su diario, llamara la atención a los padres de esos niños.

    Raikes se dio cuenta que eso no sería suficiente. Dios le hizo comprender la verdadera condición moral y espiritual de los pequeños. Por ese motivo, abrió una escuela donde no solamente se les enseñara a leer y a escribir, sino que principalmente pudieran conocer y aprender la Palabra de Dios. De esa forma se podría convertir a esos niños en ciudadanos buenos y honrados.

    Con el tiempo, fue perdiendo su carácter de escuela para niños analfabetos de padres no cristianos, y se transformó en una escuela también para niños de familias cristianas. El objetivo principal de la primera Escuela Dominical fue la enseñanza elemental más que religiosa, pero luego las Iglesias evangélicas del Reino Unido comenzaron a crear sus propias Escuelas Dominicales, ya que era el mejor medio, hasta entonces conocido, para instruir a la niñez en las verdades bíblicas.


    De este modo, la Escuela Dominical llegó a ser el eje educacional de las Iglesias protestantes evangélicas.

    Nota: Martin, William "Fundamentos para el educador evangélico", Editorial Vida, Deerfield, Florida. 1987. 112 págs.

    Maneras de enseñar a los niños

  • miércoles, 24 de noviembre de 2010
  • El ABCDE los niños
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  • Por Betty Constance
    Un día estaba revisando unos libros sobre educación cristiana y encontré el siguiente comentario del educador Daniel Marsh, quien describe lo que pasa a menudo en el proceso de la educación:

    “La educación debe hacernos vivir con gusto y exuberancia. Pero mucho de lo que pasa por “educación” quita el asombro hacia la vida y nos coloca en el peligro mortal de ver todo por las cosas nombradas y clasificadas. Tanto de lo que pasa por la educación es el humo de un fuego que no ha hecho otra cosa que consumir la vida. La razón es que muchas veces la educación carece del elemento más importante, una dimensión espiritual. Pero la correcta metodología de la educación, aquella que afirma el concepto espiritual donde hay lugar para Dios, nos llama a despertar de la apatía que adormece el alma.
    La religión es un elemento vital en una educación cabal. Agrega un sentido de responsabilidad en la libertad académica. Da aliento a un espíritu de reverencia en la búsqueda de la verdad. Establece un centro de autoridad moral en la vida del individuo. Define valores para la vida. Da validez a lo aburrido y cotidiano. Trae realización plena a la vida junto con una paz dinámica.” (Education that is Christian, La educación que es cristiana)

    El tema de la educación de los niños es algo sumamente vasto en su alcance. Las observaciones de Marsh enfocan el contraste entre una educación secular y una que es cristiana. En este libro mi enfoque no es sobre la educación secular, pero comparto lo la observación de Marsh, que el proceso de educación puede aplastar el espíritu de investigación y asombro en el niño. ¿Qué diríamos de la educación cristiana que generalmente se lleva a cabo en la iglesia? Temo que con frecuencia, y debido a la falta de una correcta metodología de enseñanza, también reducimos todo a meros datos, nombres y eventos sin permitir la participación del niño en el proceso de descubrimiento entusiasta de las verdades que son relevantes a su propia vida. Una educación que contiene como ingrediente esencial la dimensión espiritual, y que contribuye a la definición de valores y autoridad moral, debe ser un proceso dinámico. Para que esto pueda darse, debemos analizar las maneras cómo el maestro puede tratar a su clase.

    La realidad de lo que pasa en el aula

    Primero, vamos a imaginarnos la siguiente escena:
    Usted, el maestro, ha llegado a la iglesia a horario para el comienzo de la escuela dominical. Durante la semana previa se ha preparado bien y está entusiasmado con poder enseñar la lección. Hay tanto que quiere enseñar que está seguro de que no le van a alcanzar los cuarenta y cinco minutos de la clase. Es una lección sobre una sanidad que obró Cristo y tiene muchas aplicaciones para hoy. Usted tiene la esperanza de que los niños se van a portar bien, sin moverse mucho, para que pueda enseñarles correctamente y hacer las aplicaciones sugeridas.

    Los alumnos empiezan a llegar y todos parecen estar “eléctricos” de energía. En seguida uno empieza a contar del accidente que tuvo un compañero de la escuela y cómo él vio todo. Cuenta que la ambulancia había venido para llevar al niño al hospital y como, más tarde, él y su familia lo visitaron. Usted quiere empezar la clase pero el niño sigue contando que su compañero está vendado y enyesado. Los demás alumnos escuchan fascinados y todos se ponen a comentar el caso. En eso, otro alumno empieza comentando un accidente que él tuvo. Otra vez usted trata de iniciar la clase pero los alumnos no le están prestando atención. Siguen conversando entre sí. Finalmente, con impaciencia, usted les obliga a callarse. Dejan de hablar pero usted nota que están distraídos, y no ponen atención en lo que está diciendo. Uno de los alumnos más traviesos empieza a hacer muecas para distraer a los demás. Pero, valientemente, usted sigue adelante dando la lección. Cuando llega a la aplicación, trata de involucrarlos, pero no responden, le miran con ojos vacíos, y usted tiene la sensación de que la lección no ha tenido evidente efecto. Acercándose al final de la clase, todos empiezan a dar muestras de estar ansiosos porque salir.
    Usted vuelve a su casa derrotado. ¿De qué valió tanto tiempo y esfuerzo en preparar la clase? No pasó nada. Si hubieran escuchado, ¡cuánto podrían haber aprendido! Se pregunta si vale la pena seguir con esto.

    Esta escena es típica de lo que puede pasar con un grupo de niños en la escuela dominical. El hecho de que la clase haya terminado mal no es necesariamente la culpa del maestro, ni tampoco de los alumnos. Lo que falta es una dinámica de clase que pueda sobreponerse a estos imprevistos.
    Para entender esto mejor, hay algunas preguntas que nos pueden ayudar:
    ¿Qué cosas les interesa a mis alumnos? ¿De qué temas les gusta hablar?
    ¿Cuáles son las necesidades que pude detectar en mi grupo?
    ¿Qué le está faltando a mis clases?
    ¿Qué tipo de maestro necesitan mis alumnos?
    ¿Qué tipo de maestro soy?

    Al contestar a la pregunta: ¿Qué tipo de maestro soy?, hay que reconocer un elemento importante que afecta nuestra manera de enseñar: son las experiencias que hemos tenido nosotros con relación a la enseñanza. Todos tenemos la tendencia de imitar a los modelos que hemos tenido, aun cuando no hayan sido positivos. Esos modelos son lo que conocemos y es difícil pensar en otros.

    En el artículo del próximo mes analizaremos tres clases de maestros con sus características distintivas, para seguir pensando en cuál debe ser nuestro “tipo de maestro”, para poder llegar de una manera más adecuada a nuestros niños, y que la enseñanza pueda ser dada eficazmente.

    La Navidad

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  • Un recorrido de la vidad, para un niño pequeño.
    Una serie para Pre-Escolares.

    Descarga El manual y Las laminas.

    REGLAMENTO

  • martes, 5 de octubre de 2010
  • El ABCDE los niños
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  • 1.     VIDA PERSONAL:
    a.   Tener una vida devocional diaria.
    b.   Pertenecer a un Grupo Pequeño
    c.   Fidelidad en sus diezmos.
    d.   Participar de un culto el fin de semana

    2.     SERVICIO:
    a.   Orar por sus niños.
    b.   Estudiar las lecciones previas a la programación.
    c.   Asistir a las reuniones mensuales del Equipo del Ministerio de Niños.
    d.   La presencia del servidor:
                     i.    Aspecto Externo:
    1.     Usar ropa adecuada (moderada)
    2.     Respetar las normas establecidas.
    3.     Tener cuidado de no usar accesorios extravagantes
                    ii.    Aspecto Interno:
    1.     Debemos ser educados y corteses.
    2.     Debemos mantener buen carácter.
    3.     Debemos mostrar rectitud en todo.

    3.     EQUIPO DE TRABAJO:
    a.   Dedicar un tiempo determinado para la programación semanal.
    b.   Tener un cuaderno o fólder de programación semanal.
    c.   Todo pedido de material será solicitado con 15 días de anticipación.
    d.   Los materiales solicitados serán entregados los días jueves. Preveer de todos los materiales necesarios. 
    e.   Cuidar (Pastorear) a los niños (llamada telefónica, visitación, etc.)
    f.    Tener un cuaderno de información referente a los niños de su GP.
    g.   Los guías de los GP de nuestra niñez deben ser del mismo sexo.

    4.     El día del servicio:
    a.   Llegar 30 minutos antes de iniciar el programa:
                     i.    Firmar la hoja asistencia.
                    ii.    Orar juntos
                   iii.    Revisar el material necesario antes que lleguen los alumnos.
                   iv.    Ver que los equipos funcionen perfectamente y probar los CDs a usar.
    b.   Comenzar el programa a la hora.
    c.   Anotar a los ausentes para llamarlos o visitarlos.
    d.   Dejar los salones limpios y ordenados.
    e.   No tener apuro por salir, sino buscar la oportunidad de conversar o aconsejar a los niños.
    f.    No permitir que ingresen personas ajenas al servicio.
    g.   Reservar conversaciones personales al final en la rotonda.

    5.     PERMISOS y tardanzas
    a.   Buscar un reemplazo del mismo equipo, del mismo sexo y de otro turno.
    b.   Comunicar el día y a quién está dejando el reemplazo, al Jefe de Equipo.
    c.   Solo se aceptará las tardanzas justificadas.

    MINISTERIO DE NIÑOS

  • El ABCDE los niños
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  • MINISTERIO DE NIÑOS

    1. VISION
         a. Ganar niños y desarrollarlos espiritualmente.
    2. PROPÓSITO:
         a. Que el nombre de Dios sea glorificado en su herencia.
    3. VALORES:
        *  Consagración a Dios
        * Pastoreo
        * Responsabilidad
        * Entrenamiento
        * Prioridad
        * Equipo de trabajo
        * Calidad

    4.  DECLARACIÓN DE MISIÓN:
    Existimos para Complementar a la familia en ALCANZAR a los niños con el mensaje de Jesucristo. BRINDADOLES el amor de la familia cristiana, de modo que CREZCAN en su vida espiritual; ayudándoles a DESCUBRIR sus dones espirituales para EXALTAR  a Dios con sus vidas.

    5.  PRINCIPIOS
          a. El ABCDE se dirige a los niños.
          b. El ABCDE es un lugar seguro.
          c. La enseñanza en el ABCDE es relevante y está orientada a la aplicación.
         d. El ABCDE enseñará la Biblia en forma creativa.
          e. El propósito del  ABCDE es guiar en Grupos Pequeños.
          f. El ABCDE es divertido

    6. OBJETIVO PRINCIPAL
         a. Ser un Ministerio de Niños Guiados por los 5 Propósitos Bíblicos
    Nuestra Sede Principal Alianza Cristiana Miraflores .